Hace algún tiempo en una clase de ética mi muy querido profesor nos decía que consumir drogas no era ni bueno ni malo. En ese entonces, todos andábamos en una de creernos dioses y dueños de nuestra vida. Algunos estaban en grupos estudiantiles y se hacían llamar amigos de los del Centro de Estudiantes de nuestra universidad (esos que sin yo nunca entender el porqué siempre buscaban excusas para paralizar las clases, quemar cauchos y saquear camiones amparados en emblemas de reclamos estudiantiles). Bien, mis compañeros usaban sandalias hechas a mano, ropa hindú y algunas veces iban al salón sin peinarse. Su noción de libertad era amplia siempre y cuando sintieran que podían hacer lo que quisieran. Así que la afirmación de que la droga no era ni buena ni mala les caía de maravilla. Yo, sin embargo, miraba con asombro a mi profesor porque en todas las clases se había empeñado en derrumbar mis preceptos, pero esto era el colmo para mí. Obviamente, luego de la explicación ética sobre ...
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