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Mostrando entradas de enero, 2008

Educando a mi hijo en una sociedad cada día más extraña

Hace algún tiempo en una clase de ética mi muy querido profesor nos decía que consumir drogas no era ni bueno ni malo. En ese entonces, todos andábamos en una de creernos dioses y dueños de nuestra vida. Algunos estaban en grupos estudiantiles y se hacían llamar amigos de los del Centro de Estudiantes de nuestra universidad (esos que sin yo nunca entender el porqué siempre buscaban excusas para paralizar las clases, quemar cauchos y saquear camiones amparados en emblemas de reclamos estudiantiles). Bien, mis compañeros usaban sandalias hechas a mano, ropa hindú y algunas veces iban al salón sin peinarse. Su noción de libertad era amplia siempre y cuando sintieran que podían hacer lo que quisieran. Así que la afirmación de que la droga no era ni buena ni mala les caía de maravilla. Yo, sin embargo, miraba con asombro a mi profesor porque en todas las clases se había empeñado en derrumbar mis preceptos, pero esto era el colmo para mí. Obviamente, luego de la explicación ética sobre ...

Es HORRIBLE el embarazo, pero es lindo mi hijo - Parte III

Yo, mi mega panza y el terror de parir. Cada una o dos horas me venía a la mente el evento “parir”... entonces comencé a mentalizarme. Ya era demasiado molesto todo este fenómeno de la naturaleza para tener que enfrentar un parto. No era sólo cobardía también había algo de dignidad por la estética. La negación y mi energía confabularían con el cosmo para el no-parto. Todo salió a pedir de boca. Mi pelvis no debía ensanchar y no ensanchó. Una radiopelviometría indicó que no podría parir sin morir en el intento. Y mi sonrisa se dibujó ante esa noticia. Fijé el día que deseaba que naciera mi chamo. Aún el “amor materno” no asomaba. Escogí un miércoles 15. Pensé en las fiestas y los regalos. Por qué no decirlo. Me resisto a la idea de mentir sólo para que el mundo crea que lo escogí porque era un día especial astrológicamente o porque según el Feng Shui era el indicado para tener un hijo fuego, metal o madera. Sí, lo escogí porque yo nací un siete de enero y todo el mundo está ...

Es HORRIBLE el embarazo, pero es lindo mi hijo - Parte II

Los senos durante los cuatro primeros meses se me pusieron de un hermoso silicón que sólo en quirófano son posibles. Pero los que en otrora fueron pequeños, y quizás dulces, naranjas puestas justo en su lugar crecieron cual melones. Parecía que iban a explotar y, aunque yo no sentía el peso, me hacían caminar media encorvada. Igual ocurrió con mi vientre. Compré ropa lindísima, dignas de una embarazada contemporánea. Los halagos sobre mi hermoso rostro y cabellos no faltaron nunca, pero, ¡por Zeus!, mi esbeltísimo abdomen comenzó a crecer hacia el sexto mes de una forma tal que no podía verme la vagina. Sólo cuando me bañaba sabía que estaba allí. Después de ser flaquísima me veía con todo grande. Todo era asombro y horror. Usé las mil cremas que podía y éstas se me derretían por el exceso de calor externo e interno. Vitaminas para el niño y para mí. Pero un día entre la curiosidad de ver toda mi panza y lo alto que me quedaba el único espejo que tenía decidí bajarlo para mirar...

Es HORRIBLE el embarazo, pero es lindo mi hijo - Parte I

Todo un acontecimiento. Decidí ser madre. El intento sería bueno y auguraba una dosis de amor exagerada, diaria y tal vez con repeticiones. Qué más puede anhelar una mujer que fue educada para ser buena y ejemplo eterno de todo aquel que fuera naciendo. El asunto de mi decisión no lo voy a contar. No quiero que mi hijo lea esto cuando tenga catorce años y piense que es producto de un arrebato loco de su madre. Pero lo cierto es que trabajé arduamente durante un mes en el intento. La primera noche me boté. Creí que una botella de vino, una buena comida y algunas ganas imaginarias serían suficientes. Pero una semana después el examen decía NEGATIVO. Tal vez una adolescente sería feliz después de una aventura si hubiera visto el resultado. Yo me sentía frustrada. Mi hijo era una excusa razonable para mantenerme casada con ese muchacho que luchaba por ser cabeza de hogar sin grandes avances, porque yo seguía siendo yo y él no lograba que bajara la mirada con tristeza como su madre ...